Somos un movimiento creativo, identificado con la calle y el monte. Nuestros pies son motores que nos trasladan hacia escenarios conocidos y otros tantos por descubrir. Las rutas recorridas nos aburren. Nos vuelven somnolientos. La única manera viable para permanecer de pie es siguiendo el ritmo de las ideas.
En la calle de las opiniones transitamos sin cesar. Somos forasteros de la nada. Por eso decimos: somos transeúntes que aspiran participar en una orgía cultural para interactuar con la mal llamada minoría. Una comunidad inquieta e incesante, a quienes la búsqueda de una identidad propia nos resulta plausible.
